Han pasado casi 35 años desde que la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo presentó el informe fundamental titulado Nuestro futuro común (1987), que no sólo catapultó la noción de sostenibilidad y desarrollo sostenible a la corriente dominante, sino que también ayudó a crear (o incluso resucitar) nociones relacionadas como la agricultura ecológica, la economía circular y baja en carbono, las tecnologías verdes y similares.
Desde entonces se han sucedido crisis de todo tipo y, a pesar de que el tema ha sido relegado esporádicamente por estas crisis de la conciencia pública, se puede afirmar sin temor a equivocarse que las nociones de sostenibilidad -por ambiguas que puedan percibirse a veces- están bien establecidas tanto en las economías desarrolladas como en las que están en vías de desarrollo. El Informe Eco-wakening (2021) nos informa de que las búsquedas en Google sobre productos sostenibles han aumentado un 71% en todo el mundo desde 2016. En la India, las ventas de productos ecológicos han crecido un 13 % desde 2018, mientras que el 41 % de los consumidores en China afirman querer productos ecológicos. Del mismo modo, entre el 77 % y el 78 % de los consumidores de tres países escandinavos (Suecia, Noruega y Dinamarca) esperan que los comestibles diarios se produzcan de manera ética y sostenible, mientras que una buena parte de los consumidores del Reino Unido han estado limitando conscientemente su uso único de plástico (61 %); y comprando más bienes de temporada (49 %) y producidos localmente (45 %) durante el último año.
Aunque la sostenibilidad sigue sin estar por encima de la búsqueda de los consumidores de propiedades de los productos como la calidad, la rentabilidad y la comodidad, el mensaje a las empresas y los gobiernos es alto y claro. Es aquí donde la investigación de mercado debe seguir desempeñando su papel fundamental en la sociedad para ayudar a los sectores público y privado a comprender mejor las actitudes actuales y cambiantes de los consumidores, con el fin de ayudar a adaptar los bienes, servicios y mensajes que contribuirán a hacer un mundo más sostenible.